miércoles, 19 de agosto de 2009

El botín del comendador


Leído en el periódico hace unos días:

FUENTE OBEJUNA SE REBELA CONTRA LA SGAE

TEATRO. La alcaldesa de Fuente Obejuna, Isabel Cabezas, cree absurdo tener que pagar por representar la historia del pueblo y considera un "verdadero atraco" que la SGAE quiera cobrar derechos de autor por la representación en la localidad de la obra
Fuenteovejuna. La SGAE reclama al Ayuntamiento de Fuente Obejuna una deuda de 31.900 euros por todas las representaciones.


Primero fueron chiquilladas:

1) Es la despedida de soltero de tu mejor amigo y llamas a una stripper para que le baile un ratillo el You can leave your hat on en el radiocasete y, efectivamente, del sombrero (como en los mejores números de magia) sale un tipo con videocámara y corbata al que nadie conoce ni ha invitado.

2) Contratas a la tuna de Derecho para que amenice la boda de tu mejor amigo (que aún no se ha recuperado del susto de la víspera) y resulta que, bajo la capa de uno de ellos, no hay un eterno universitario cuarentón entonando canciones populares (¿cómo le pagamos los derechos de autor a Anónimo?), sino un vampiro, un ejecutivo chupasangres, grabadora en ristre en vez de pandereta.

3) Tu mejor amigo (claro está) se divorcia y, para celebrarlo (la mancha de mora con mora verde se quita), os bajáis a la Whiskería (¿he escrito whiskería?) donde descubrís a ese tipo, ya familiar, preguntando si el establecimiento paga su cuota por emitir videoclips y tener hilo musical cachondo en las habitaciones. (¿Pasaba el inquisidor casualmente por allí después de salir de la biblioteca o antes de acudir a la Ópera?).

Gracietas. Nos echamos todos unas risas y ya está.

Pero después de esquilmar a diestro y a siniestro (a siniestro, sobre todo) los recursos culturales del recién nacido siglo XXI y comprobar que sólo hay calderilla que rascar en la cadena de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones), la SGAE sintoniza el Canal Historia y se encuentra con que (¡oh, sorpresa!) existe un Siglo de Oro. Nos vamos a hacer de ídem. Aquí debe de haber pasta, fijo. Así que adelante: al galope hasta Olmedo (Valladolid). Y luego pasaremos por Badajoz para tocarle los calderones a todo Zalamea. Lope y Calderón, que llevan siendo socios de la SGAE desde hace cinco siglos, ni se lo creen. Por fin van a llamarlos para salir en las tertulias televisivas junto a Ramoncín, teatrero también.

Y ahora la obra maestra. Ni ensayado sale todo tan calcado. Un pueblo, el de Fuente Obejuna, alzándose (todos a una) contra el comendador de la SGAE, Teddy Bautista. A mi torpe entender, aquí el que debería pagar todo o gran parte del impuesto revolucionario (más de 30.000 euros esta vez) sería el mismo Sr. Bautista (no sabemos si Teddy es su verdadero nombre propio, de su propiedad, el original, o se lo bajó del Emule) por representar a pies juntillas el papel protagonista de una obra que lleva siglos escrita. ¿Morro fino, eh?

Como el Siglo de los Huevos de Oro, aunque sea de oro, sólo dura cien años y hoy en día ya no se escribe teatro, yo propongo a la SGAE acabar lo que han empezado y acabarlo además bien. Para ello, es imprescindible comenzar a rascar el raído bolsillo de la poesía en busca de unos centimillos que ayuden a redondear las cuentas. Que poetas somos demasiados (más que lectores de poesía) y que además somos los más pardillos de todo el tinglado, es algo que todo el mundo sabe. Seguro que ni nos quejamos. Es más, agradeceríamos por fin algo de atención pública. Ejemplo: Que un poema de Fulanito empieza con una cita de Menganito... euro para el bote de Propanito. Una cosa es bajarse citas literarias de Wikiquote para uso y disfrute personal y otra muy distinta aprovecharlas en beneficio propio, como carta de recomendación o prueba de prestigio intelectual para decantar la consecución de un premio literario y sacarle unos dineritos al ayuntamiento de turno, ¿no?

Como lo que quiero es cooperar en la defensa de la propiedad intelectual (propiedad, claro está, entendida al modo capitalista y en su justo reparto: más para los que lo tienen todo y nada para los que tienen cero), me permito sugerirles el primer quién y el primer dónde: visiten a José María Álvarez en su Museo de Cera. Un filón. Continúen con Isabel Pérez Montalbán y su Siberia propia, que podrá ser cualquier cosa, pero propia lo que se dice propia… Y luego, para terminar de hacer el agosto en pleno mallo, vayan a amargarle la nocilla a Agustín Fernández (record Guinness del sampleado). Y llegados a este punto de no-retorno, lo confieso: también yo he pecado, Padre. Penitencia.

Y si te he visto no me acuerdo y aquí no ha pasado nada. Eso sí, cuando se retiren ustedes a hacer recuento del botín como quien no quiere la cosa, silbando para disimular mejor la fechoría, asegúrense de que lo que silban no sea de autor conocido. Que chivatos y malos compañeros de trabajo los hay en todos los sitios.

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