viernes, 1 de abril de 2011

Madera blanda (Robert Lowell)



MADERA BLANDA
(POR ROBERT LOWELL)


(Para Harriet Winslow)


En ocasiones me he imaginado que las focas
deben vivir tanto como el Gitano Estudiante.
Incluso en su charca vallada del zoológico son felices,
y no existe ningún girasol que se vuelva
con más delicadeza hacia el sol
sin un esfuerzo de la voluntad.

También aquí en Maine las cosas se pliegan al viento eternamente.
Tras dos años de ausencia, uno debe acostumbrarse
a que la madera blanda pintada permanezca limpia y brillante,
a que el aire blanquee una pared dejándola aún más inmaculada,
mientras sopla a través de cortinas y de tabiques
con un hálito de sal y de coníferas.

La baya verde del enebro vierte ginebra clara como el cristal,
e incluso el agua caliente de la bañera
es algo más que agua,
rica con la limpia efervescencia
de algo que sana,
la interminable sal.

Las cosas duran, pero aquí en ocasiones, durante días enteros
sólo los niños parecen capaces de atender a los niños,
y no existe utilidad o inspiración alguna
en el viento que bate sin dirección.
La pintura fresca
de las casas de los capitanes oculta una madera aún más blanda.

Sus barcos de vela solían blanquear
las cuatro esquinas del globo,
pero no consuela saber
que los propietarios rara vez sobreviven a sus posesiones
una vez alterados y mimados por su contacto.
La piel que se abandona jamás podrá servir a otro.

Aun así, la manada de focas gruñe pasando frente a mi ventana
verano tras verano.
Esta es la estación
en la que nuestros amigos pueden, y de hecho morirán a diario.
No hay duda de que las vidas de los viejos
son más breves que las de los jóvenes.

Harriet Winslow, la dueña de esta casa,
fue para mí más que mi madre.
Pienso en ti allá en la lejanía de Washington,
respirando en la ola de calor
y de aire acondicionado, sabiendo
que cada droga que adormece alerta para el dolor algún otro nervio.


Siempre me ha gustado mucho este poema de Robert Lowell, pero encuentro que la traducción de Antonio Resines (que supongo que no será el actor, claro) no es del todo acertada, así que me he permitido el capricho de hacer algunas modificaciones sobre la marcha partiendo de su versión, publicada ya hace mucho tiempo en Visor (1ª edición, 1982; 2ª edición, 2003). El Gitano Estudiante de los primeros versos hace referencia, evidentemente, al poema de Matthew Arnold "The Scholar Gypsy" (1853), del que Lowell era muy devoto.

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